Periodistas de EL UNIVERSAL
Bajo Reserva
06 de septiembre de 2009
Navarrete, feliz en su nuevo cargo
Carlos Navarrete, primer presidente del Senado emanado de la izquierda, está feliz con su nuevo cargo. Comenzó a hacer cambios en su despacho de Xicoténcatl. De entrada, ordenó cambiar la luz blanca por otra de tono más cálido, con el argumento de que su oficina lucía como un supermercado. Tampoco le gustaron las cortinas que dan a la calle de Donceles, y de inmediato procedieron a tomar medidas para cambiarlas. En fin, don Carlos quiere transformar su nuevo entorno en el Senado para sentirse como en casa. Los que saben de decoraciones ya trabajan para satisfacer los caprichos del nuevo inquilino. Pero hubo algo que no le gustó nada al perredista: la primera llamada que recibió a través del teléfono rojo, por el que se comunican el Presidente de la República y los secretarios de Estado, no era para él sino para su antecesor, el panista Gustavo Madero. Enojado, dijo que ahora esa era su oficina y su teléfono. Del otro lado, nos cuentan, sólo dijeron: “Perdón, número equivocado”. La pregunta ahora es, ¿quién habrá sido?
Nos enteramos de que el presidente Felipe Calderón aún no tiene bien definido qué o cuáles dependencias federales podrían reestructurarse o, de plano, desaparecer para generar ahorros. En principio, tiene serias dudas de aniquilar la Secretaría de la Función Pública, a pesar de las voces que le demandan que desmantele esa dependencia federal, entre ellos el poderoso senador del PRI Manlio Fabio Beltrones. Nos aseguran que Calderón tiene la tentación de mantener ese elefante blanco que no ha llevado a cuentas a ningún pez gordo. Lo que ya se sabe es que el equipo beltronista ha contabilizado en nueve años de gobiernos panistas la creación de 70 subsecretarías y mil direcciones adjuntas con salarios de más de 120 mil pesos. Pero no sólo eso, sino que han detectado lazos familiares en esas novísimas oficinas, de tal manera que el golpe a la estructura gubernamental calderonista será demoledor, aseguran en los pasillos de Xicoténcatl.
Un asunto que podría dar mucho de qué hablar es el activismo político que comienza a protagonizar Trino Alcides Díaz, el nuevo embajador de Venezuela en México, quien presentará, por cierto, sus cartas credenciales al Presidente en los próximos días. El diplomático acompañó a Clara Brugada —la perredista que exige a Juanito le entregue Iztapalapa— en un acto en el Hemiciclo a Juárez, para demandar la salida de bases militares de EU de Colombia, queja que abandera el presidente Hugo Chávez. Alcides Díaz se comprometió a crear y a promover las llamadas “bases de paz”, y en México arrancó la campaña. Con toda seguridad, la Cancillería mexicana lo llamará para que explique el porqué de su involucramiento en asuntos políticos en territorio mexicano. De ser así, se avecina un nuevo episodio de confrontación entre México y Venezuela.
Carlos Monsiváis
Carisma mediático
06 de septiembre de 2009
Preguntas como una guía para evaluar el carisma mediático, el único realmente existente (si uno no la ve en pantalla, la persona no existe). No contestes ahora, no contestes después. Ya es tiempo que las preguntas no te obliguen a nada.
1. Estás, en un auditorio o ante la pantalla, ante un político calificado de inminente, es decir, del que se esperan grandes cosas o, mejor, pequeñas cosas con grandes presupuestos. Entonces:
—¿Te fijas en sus palabras o estás convencido (convencida) de que un político no habla para decir sino para bendecir?
—En las pláticas con tus amigos, ¿le asignan un valor a sus conceptos?
—¿Cuando hablas de un político, el que sea, sueles comentar: “¡Qué inteligente es!”? ¿Cuándo fue la última vez que le concediste atención no a las acciones o al fracaso de ellas, sino a las ideas?
—Según varios comentaristas de radio, las mejores ideas se expresan con un buen traje y un mejor perfil. ¿Es esto cierto?
—¿Qué registras más: la aparición de las imágenes y menciones de un político en la televisión, o la frecuencia con que sus puntos de vista críticos te ayudan a entender el presente?
—¿Te gustaría que hubiese encuestas en las que se indagara en la popularidad del pensamiento filosófico de un político? Se podría empezar con el presidente de la República.
—Cuando al político se le entrevista, ¿lo que contesta tiene que ver con las preguntas del interlocutor o es parte de un discurso memorizado que ni siquiera se toma la molestia de escuchar?
—¡Fíjate bien! El político (el presidenciable) está frente a las cámaras y micrófonos y comienza su discurso. Tú te dispones al aprendizaje, ¿cuánto de lo que dice ya lo habías oído o todo te suena a nuevo el único minuto que le prestas atención?
—¿Te acuerdas de la última vez que exigiste que los políticos fueran inteligentes? ¿Y por qué te fastidiaron las carcajadas de tus amigos?
—Un presidente de la República lúcido y autocrítico es una pica en Flandes. Hasta aquí, bien, ¿pero qué es una pica en Flandes? ¿Qué necesidad hay de metáforas estorbosas cuando todo puede ser sencillo como la vida? Ya no se puede decir “sencillo como el agua” desde que escasea tanto.
2. El carisma, que tantas referencias consigue, es un término inasible o por lo menos tan indefinible como la crisis y la rapidez con que se ha resuelto. Ponte listo, ponte abusado, ponte genial, y responde o cállate lo que quieras:
—¿El carisma va con el puesto o hay la posibilidad remota de un carisma sin sostén presupuestal?
—Un candidato o un precandidato necesita de varios cuerpos de asesores bien remunerados, con los cuales debe pasar algún tiempo al día o a la semana. Pero si su asesor principal es el espejo, ¿éste recibe salario? (Pregunta metafísica.)
—El carisma, se dice de varios modos, es la cualidad de la persona que consigue la atención unánime en el momento en que entra en una habitación, lanza un discurso o se queda, sin haber hecho nada, aguardando la ovación que llega de inmediato. Si esto es cierto, ¿puede hablarse de un carisma genuino, de un carisma chafa o de un carisma carismático?
—Alguien aparece muchas veces en televisión, sin que venga a cuento, aunque esté en una cuenta, ¿puede hablarse de su carisma, de su capacidad para atraer buenas voluntades nomás porque sí, o de las sospechas de los seres que nunca aceptarán que la excelencia puede estar acompañada de muchísimo dinero pero no por eso deja de mostrarse dadivosa?
3. Las encuestas son el paraíso del rigor científico. Supongo que ni tú y, desde luego, ni yo hemos encontrado una encuesta de la que sospechemos en lo mínimo. A este respecto, puedes ser sincero y abrirnos tu corazón:
—En la encuesta de la mañana, el político que busca la Presidencia tiene 89% de aprobación directa; en la tarde goza de 94%; en la noche dispone de 99% y ya para la madrugada está cómodamente instalado en 116% de aprobación. ¿Hay algo que te suene raro?
—Las encuestas para 2012, el año que viviremos candorosamente, son lo más parecido a la moda del chip como forma aristotélica de la conciencia. Una reciente da el siguiente resultado: el candidato del PRI tiene 90% de las intenciones de voto; el candidato del PAN tiene 87% de las intenciones del sufragio; el candidato del PRD goza de 80% de las simpatías para las casillas. ¿Crees que alguno de estos datos esté falseado?
—¿Es verdad como lo es, y por eso es verdad, que en la privacidad de tu fuero íntimo (dos cosas distintas) tú dedicas parte del tiempo a hacer tus propias encuestas sobre tu popularidad, basándote en los métodos estrictamente científicos de las compañías encuestadoras más confiables, y que de esas autoencuestas desprendes, por ejemplo, que 75% de quienes te conocen, incluidos tus padres, desearían haberte conocido antes; 100% de los que no te conocen se arrepentirán por su ignorancia; 60% de los que tú consideras tus mejores amigos, cuando no estás presente, hablan bien de ti, incluso muy bien, pero nunca se acuerdan de tu nombre o de tu aspecto; 50% de los que recién te han sido presentados están dispuestos a jurar que desde el momento en que te vieron se dieron cuenta de que tú eras distinto a todos, aunque no saben explicar por qué y están un poco aturdidos ante tu insistencia: “Perdona, ¿a quién te refieres?”?
Escritor
Sara Sefchovich
Qué tanto es tantito
06 de septiembre de 2009
El diario español El País dedicó un artículo a la violencia en México y reprodujo unas palabras del presidente Calderón, según las cuales “no existe el enorme caos y la enorme inseguridad que algunos en el exterior creen y que otros se empeñan en proclamar”. Y agregaba el mandatario: “Hablar mal del país para muchos es un esfuerzo cotidiano”.
Calderón no es el primero que afirma que los medios de comunicación, analistas y académicos hacen ver una realidad más negra que la que realmente existe. Zedillo y Fox dijeron también que “el problema se ha magnificado”, aquél acusó de malosos a los críticos y éste hasta llegó a recomendar a los mexicanos que no leyeran el periódico.
Esto viene a cuento porque justamente la semana pasada me pregunté en este espacio si había una realidad independiente de nosotros o si ella solamente dependía de nuestra mirada y de nuestra palabra, como sostienen algunos.
El sicólogo italiano Aloisyus Fenwick y el novelista argentino Hugo Ezequiel Lezama escriben: “El universo material se transfigura con la aparición de la palabra. Antes de que Mendeleiev estableciera la tabla periódica, ya estaban los metales existiendo, y sin embargo, su existencia era innocua por el solo hecho de que el hombre no los había levantado de su falta de nombre, transformando el universo inerte en el universo del discurso”.
Aun si aceptáramos que así son las cosas y que la realidad sólo es tal cuando la palabra la nombra, como gustaba decir Octavio Paz, tendríamos que aceptar también el hecho de que el lenguaje es más que un conjunto de palabras y reglas gramaticales, y que es un sistema que construye su sentido y sus significados a partir de lo que somos.
Dicho de otro modo, que no se habla como se quiere ni se dice lo que se quiere, pues hay coerciones que pesan sobre nuestro lenguaje, que son de orden social e ideológico y que hacen que todo en esta vida esté teñido por nuestra posición y situación: credos —religiosos o profanos— aspiraciones individuales, compromisos profesionales, intereses, gustos, valores. Por lo tanto, como afirma Ivan Illich, cuando hablamos transmitimos no sólo palabras sino significados culturales.
De modo que, cuando el Presidente de la República dice que el país no está tan mal pero muchos ciudadanos decimos que sí está muy mal, ¿cuál es la realidad?
Hans Kelsen distingue entre juicios de realidad (como: “el calor dilata los metales”) y juicios de valor (como: “la delincuencia no es tan grave como la pintan”). Estos últimos son a los que nos venimos refiriendo como determinados por la cultura.
Al Presidente las muertes, secuestros, violaciones y asaltos no le parecen suficientes como para considerar grave la situación, mientras que a otros ciudadanos sí nos lo parecen. Pero resulta que para los que vivimos en México (gobernantes y ciudadanos por igual), es un valor cultural ampliamente reconocido y aceptado que debe existir seguridad: que no nos asalten y roben, que no haya secuestrados ni asesinados. Todos lo creemos, todos lo queremos y todos sabemos que al que le corresponde lograrlo es al gobierno, que esa es su función. También sabemos que no lo ha conseguido, que ha fracasado. Pero el gobierno no quiere reconocer ese fracaso. Entonces miente, usa al discurso para mentir sobre la realidad.
Según el filósofo griego Platón, “el gobierno está autorizado para utilizar aquellas mentiras que considere convenientes por encima de la verdad”. Pero para el jurista austriaco Hans Kelsen, “no hay ningún motivo que nos impida colocar la verdad por encima y rechazar la propaganda del gobierno por estar fundada en la mentira”.
La cuestión entonces resulta muy sencilla: no se trata de discurso sino de realidad, el tema no son las palabras que se dicen, sino la realidad que estamos viviendo y que todos sabemos que estamos viviendo y frente a la cual, por nuestros valores, intereses y objetivos, nos sentimos enojados y exigimos respuesta a quienes hemos colocado socialmente en la posición y obligación de darla. Y esto es así digan lo que digan quienes están en el gobierno.
sarasef@prodigy.net.mx
Escritora e investigadora en la UNAM
APAGA LA TELEVISION, NO PERMITAS QUE ASESINEN TU MENTE, MEJOR LEE UN LIBRO E INFORMATE EN LOS MEDIOS ALTERNATIVOS.
YUNQUELAND ROMPIENDO EL CERCO INFORMATIVO.
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