Calderón y su retórica: Ahora sí, primero los pobres...
DANIEL LIZáRRAGA
La plataforma electoral del candidato Felipe Calderón resultó, al cabo de tres años, un reto demasiado difícil de cumplir para el presidente Felipe Calderón. Con sus promesas de campaña diluidas en retórica y todo su capital político concentrado en la "guerra contra el narcotráfico", el jefe del Ejecutivo no consiguió en la reciente elección intermedia que su partido controlara la Cámara de Diputados. Ahora tiene que negociar cada reforma impostergable con el PRI, y para lograr consensos tuvo que levantar una bandera que él siempre desdeñó: la urgencia de combatir la pobreza como condición ineludible del desarrollo.
Ni como presidente ni como candidato el panista Felipe Calderón Hinojosa se planteó el tema de la pobreza como una prioridad de la administración pública; si acaso hablaba de las necesidades del desarrollo, de elevar la tasa de empleo, de fomentar la inversión.
El 20 de junio de 2006, cuando ya era el aspirante a suceder a su correligionario Vicente Fox en la Presidencia de la República, Calderón aseguró que ganaría la elección no sólo porque contaba con las mejores propuestas y el equipo más capacitado, sino también porque sería el "presidente de las soluciones".
Y criticaba duramente el programa del aquel candidato a quien él y Fox no bajaban de "populista" que quería retroceder a los tiempos del PRI con sus programas "paternalistas" y "asistencialistas" contra la pobreza. Según los panistas, las soluciones para México estaban muy lejos de esta visión.
Tres años después, ya instalado en Los Pinos y con sus amigos colocados en el gabinete, el mismo Calderón reconoció públicamente que los logros de su gobierno han resultado "claramente insuficientes" y pese a ello reclamó el apoyo de todos los mexicanos.
Aquella mañana del 20 de junio, cuando faltaba menos de un mes para la elección presidencial, el presidente presentó el programa "100 acciones para los primeros 100 días de gobierno". Durante este período, por cierto, no se contempló el apoyo irrestricto de los legisladores, incluidos los opositores, para atender los graves rezagos del país, como lo es la pobreza extrema.
El pasado miércoles 2, durante el mensaje que dirigió desde el Palacio Nacional con motivo de su tercer informe de gobierno, Calderón trazó una perspectiva diferente:
"Esto no es una cuestión de partidos políticos, ni es una responsabilidad exclusiva del presidente de la República. Es una cuestión de todos los órdenes, de todos los poderes, de todos los mexicanos. El mandato que hoy tenemos los representantes de los ciudadanos es gobernar bien. Nuestro objetivo debe ser que cada vez más mexicanos puedan vivir mejor, sin importar qué partido, qué gobierno o qué poder se lleve el mérito de ello".
Ante alrededor de mil 500 invitados, en su mayoría provenientes de la estructura gubernamental, Calderón puso en la mesa de negociaciones con los legisladores –especialmente con la oposición, encabezada por el Partido Revolucionario Institucional– una agenda de 10 puntos para emprender los que desde su perspectiva son los cambios de fondo que urgen al país.
Ese decálogo está integrado con promesas de campaña, proyectos que mandó elaborar con empresas privadas durante el período de transición presidencial y programas oficiales iniciados desde el primer trimestre de 2007 y contemplados en las mencionadas "100 acciones".
En el mensaje desde el Palacio Nacional, Felipe Calderón engolaba la voz, golpeaba el atril con el índice izquierdo y clavaba la mirada en los asistentes de las primeras filas cada vez que enfatizaba su prisa por emprender esas reformas.
"Sí, sé que es muy difícil cambiar. Es tan difícil que por eso México, en alguno de sus rubros esenciales, no ha podido cambiar en décadas. Hoy tenemos que hacerlo, porque además ya no quedan otras alternativas, porque el tiempo y los recursos se nos agotan, porque las necesidades de la población son cada vez más apremiantes", dijo.
Este es un extracto del reportaje que publica la revista Proceso en su edición 1714 que empezó a circular el domingo 6 de septiembre.
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